Inventario de mi barrio (9) – La tele

La primera tele de casa era una toda roja, de esas teles blanco y negro que le cambiabas los canales con una perillita un poco tosca. No tengo muchos recuerdos de esa tele, pero sí tengo una imágen muy vívida en la que estoy mirando los Thundercats y porque no fui al jardín. Yo era fanático de los Thundercats. Tenía todos los muñequitos. Los chiquitos, no los grandes: los muñecos chiquitos de los Thundercats eran básicamente pedazos de goma sin articulaciones. Pero con o sin articulaciones, eran los Thundercats al fin. Yo llevaba el de Leon-o para todos lados (ya de chiquito era muy obsesivo). Un día estaba en el jardín y le presté el muñequito a un compañerito. Me lo devolvió todo mordido (le había arrancado los pies, las manos y la punta del pelo). Él me dijo que no fue y a mí no me quedó mucho más por hacer…

Creo que después de la llegada de Menem mi papá compró otra tele (que todavía está en casa). Ésta ya era a color y tenía control remoto. En esa ví Los Halcones galácticos. Cada tanto enganchaba los Supercampeones, pero como yo iba al colegio a la tarde (y el programa iba una hora antes de que yo saliera) sólo podía verlos cuando faltaba o cuando salía antes. De todos modos, los capítulos me los contaba un amigo del barrio. También veía Los caballeros del Zodíaco, pero en la casa de mi abuela, porque yo no tenía cable. Llegó un momento en el que íbamos a dormir a lo de mi abuela para quedarnos mirando la tele hasta altísimas horas de la madrugada. No nos conocíamos todos los dibujitos con mi hermano, pero cuando ibamos a lo de la nona al menos sabíamos lo suficiente como para poder charlar un rato y preguntar cómo seguían las historias.

También seguíamos las Tortugas Ninjas. Era nuestra otra gran pasión. Con los chicos nos habíamos repartido los personajes para cuando jugábamos. Yo era Leonardo. También era Tom de los Supercampeones y Fénix de los Caballeros (los Caballeros del Zodíaco eran un montón, así que teníamos más de un personaje cada uno). Tuve los muñequitos de las Tortugas, aunque un amigo tenía el Tortumóvil que estaba buenísimo. Él también tenía el cubil felino. A veces, para jugar a los Thundercats o a las Tortugas Ninjas, usábamos todo el patio de mi casa. Estaba bueno eso, porque usábamos un montón de cosas para jugar. También delataba que ya estábamos grandes, porque nos procupábamos más por construir los espacios que por desarrollar una historia. A veces armábamos crossovers y terminábamos haciendo que los Halcones se juntaran con las Tortugas o los Thundercats. A los Supercampeones jugábamos pero con la pelota. Hacíamos los tiros de remate y las gambetas raras de la serie. Ahí nos dábamos cuenta de que la serie estaba bárbara pero no era fútbol.

Un día empecé a seguir Dragon Ball. La pasaban por canal 7 a la mañana en un programa. No me acuerdo el nombre, pero recuerdo que ese programa hablaba de jueguitos y antes de los cortes pasaban fragmentos de lo que después supe que eran las películas de DB. Un día estuve despotricando toda la mañana porque nunca terminó el noticiero y me interrumpieron el programa con la información de no sé qué accidente. Era el atentado a la AMIA. Pero yo no pude ver Dragon Ball, che.

Después pusieron cable en casa. Ahí me ví todos los dibujitos habidos y por haber. Sobre todo los japoneses. Y me compraba revistas, varias revistas de información. Ahora que lo pienso no tenían mucho sentido… Un día decidieron sacar el cable porque estábamos muy enviciados con la tele. Entonces nos enviciamos más con la compu.

De más grande dejé de ver tantos dibujitos. No es que no me guste la animación: siempre miro alguna película de animación y cada tanto alguna serie corta, pero en la tele no puedo. Miro mucho fútbol en la tele a color que compró aquella vez mi papá. Pero el fútbol no es el mismo que cuando yo era chico: le faltan las piruetas de los Supercampeones…

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